Agatha Christie: misterio y pasión en la vida de la reina del crimen
Agatha Christie, nacida en 1890, provenía de una familia de clase alta. Sin embargo, su infancia estuvo marcada por dificultades: una madre posesiva y un padre cuyas malas decisiones financieras llevaron a la ruina a su familia.
Un matrimonio de aventuras y desencantos
A mediados de la Primera Guerra Mundial, Agatha se casó con Archie Christie, un piloto de aviación tan seductor como inmaduro. Con él tuvo a su única hija, Rosalind. La vida de la pareja era apasionante, llena de viajes y aventuras por todo el mundo, desde el frío Canadá hasta las paradisíacas playas de Hawái.
Sin embargo, pronto comenzaron los problemas. Agatha se aburría de un marido que solo quería pasar su tiempo jugando golf, sin ambiciones ni aficiones. Para colmo, un día, justo después de la muerte de la madre de Agatha, causándole una gran depresión, Archie la dejó por otra mujer más joven, con quien compartía su pasión por el golf.
La misteriosa desaparición de 1926
El 3 de diciembre de 1926, a las once de la noche, Agatha salió de la mansión familiar conduciendo su coche. Horas después, su vehículo fue encontrado en un terraplén, con sus objetos personales en el interior.
Así comenzó la búsqueda de la ya entonces famosa escritora. No dejó ni una sola huella, ni una sola pista. Y de repente, once días después, apareció en un balneario de la costa inglesa bajo el nombre de Theresa Neele (el mismo apellido que su rival en el amor).
Dijo que no recordaba nada. De hecho, ella misma había publicado unos días antes en el periódico local la siguiente nota:
"Amigos y parientes de Theresa Neele, pónganse en contacto con ella en el Hotel ..."
Y ahí quedó este extraño capítulo en la vida de Agatha. Ella jamás volvió a mencionar el tema ni en sus entrevistas, ni en su biografía.
Lo más parecido a conocer su verdad es su novela "Ausente en primavera", la obra preferida de Agatha. En este libro, ella cuenta la crisis de una mujer convencional, burguesa y aparentemente feliz que de repente comprende que su vida no es como ella cree.
Un nuevo amor y un legado inmortal
Años más tarde, Agatha volvió a enamorarse. Max Mallowan, un arqueólogo 25 años más joven que ella, devolvió la luz a su vida con nuevos viajes y aventuras por todo el mundo.
Agatha finalmente murió a los 85 años, tras unos meses en los que fue perdiendo progresivamente la cabeza. Y así, ella, quien desde pequeña había luchado siempre por mantener todo bajo control, sucumbió a su peor miedo.
67 novelas y más de 150 cuentos fue el enorme legado de una de las escritoras más reconocidas en todo el mundo.
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